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Violencia intrafamiliar: El abuso verbal

¿Sabía que el abuso verbal puede hacerse con una sonrisa,  que disfraza la hostilidad?

Un artículo publicado por Isabel Menéndez publicado hace unos años nos llama a la reflexión acerca del abuso verbal.

Las palabras nos hacen y nos deshacen. Nos hacen felices cuando recibimos la aprobación de los demás y nos deshacen cuando nos humillan o insultan. Ayudan a nombrar la pena y también el amor. Nos acercan a un amigo o nos alejan de él. No se ven, pero se sienten, pesan en el ánimo. Somos seres de palabra. Sin ellas no podríamos nombrarnos, no sabríamos quienes somos ni cómo comunicarnos con los demás.

 Quien agrede se cree poderoso.

En la comunicación de una relación de pareja se da cuenta del tipo de vínculo amoroso que une a los cónyuges. Cuando las palabras ofensivas hacia la pareja son habituales, estamos ante un problema de violencia verbal que no deja huellas físicas, pero sí heridas invisibles muy potentes.

Las amenazas, los gritos, los insultos, las descalificaciones, los desprecios, las burlas, las humillaciones, y las críticas permanentes dejan cicatrices. Hablamos de una violencia oculta, que suele ejercerse en el ámbito doméstico.

El que agrede verbalmente se cree poderoso. La persona agredida también suele verlo fuerte, porque ignora que, en realidad, esa agresividad es un disfraz. Isaac Asimov expresaba muy bien la principal característica psicológica del agresor: “La violencia es el último recurso del incompetente”. Y así es el violento: un incompetente que no quiere reconocerlo y que proyecta la debilidad propia en su pareja.

 ¿Por qué se le quita importancia a la violencia verbal? ¿Por qué se banaliza, con el argumento de que no se quería decir lo que se dijo? La pareja se construye según un acuerdo inconsciente. Cada componente de ella desarrolla partes de uno mismo que el otro necesita y renuncia a partes propias que proyecta sobre el otro. Si la mujer no se atreve a defenderse o a ser agresiva, proyecta su agresividad en la pareja y soporta sus insultos. El hombre, por su parte, si no soporta sus debilidades las proyecta en la mujer y la ataca porque la ve frágil.