
Análisis psicológico y jurídico del resentimiento como factor en la demanda judicial
El sistema judicial, en su esencia, está diseñado para ser un espacio donde se resuelven controversias de manera imparcial y objetiva. Sin embargo, detrás de cada demanda y procedimiento, existen historias humanas complejas, emociones intensas y motivaciones diversas. Uno de los motores emocionales más potentes que pueden llevar a una persona a litigar es el resentimiento. Este texto explora cómo el resentimiento puede influir en la decisión de acudir a los tribunales, cómo se manifiesta en el proceso legal y qué implicaciones tiene tanto para las personas involucradas como para el sistema judicial en general.
¿Qué entendemos por resentimiento?
El resentimiento es una emoción persistente de enojo o frustración derivada de un daño real, percibido o recordado. Es una reacción psíquica que se alimenta de la sensación de injusticia, humillación o agravio, la cual puede volverse crónica si no se resuelve. En ocasiones, el resentimiento se convierte en el motor de acciones legales, especialmente cuando una persona considera que el sistema judicial puede brindarle reparación, reconocimiento o incluso venganza simbólica.
El perfil psicológico de quienes litigan desde el resentimiento
No todas las personas que presentan demandas actúan motivadas por resentimiento; muchas buscan justicia genuina o una solución equitativa a un conflicto. Sin embargo, existe un perfil de personas cuya principal motivación es la herida emocional no resuelta. Estas personas suelen experimentar:
- Fijación en el pasado y en el agravio recibido.
- Dificultad para perdonar o soltar la ofensa.
- Búsqueda de reconocimiento público del daño sufrido.
- Deseo de castigar a quien consideran responsable de su malestar.
- Tendencia a interpretar las acciones de la otra parte como hostiles, incluso cuando no lo son.
Para estas personas, el tribunal se convierte en el escenario donde pueden revivir el agravio, buscar aliados en su causa y obtener, al menos simbólicamente, una reparación.
Resentimiento y abuso del proceso judicial
Cuando el resentimiento domina la acción legal, puede llevar a lo que se conoce como “abuso del derecho de acción”. Esto ocurre cuando una persona utiliza el sistema judicial no para obtener una solución realista a un problema, sino como un arma para prolongar el conflicto, hostigar a la otra parte o lograr una satisfacción emocional. Entre las conductas típicas se encuentran:
- Presentación de múltiples demandas sobre el mismo hecho.
- Impugnación sistemática de cualquier acuerdo o resolución.
- Búsqueda de indemnizaciones desproporcionadas.
- Negativa a participar en mediaciones o arreglos extrajudiciales.
- Uso del litigio para desgastar económicamente o psicológicamente a la otra parte.
El abuso del litigio puede derivar en consecuencias legales, como la imposición de multas, la declaración de temeridad procesal o la pérdida del derecho a litigar sobre el tema.
El papel del sistema judicial ante litigios impulsados por resentimiento
Las y los jueces, abogadas y abogados y personal judicial se enfrentan al reto de distinguir cuándo una demanda responde a una necesidad legítima de justicia y cuándo es solo una expresión de resentimiento. Para ello disponen de herramientas como la mediación, la conciliación o el análisis minucioso de la buena fe procesal. Sin embargo, los límites no siempre son claros.
El sistema, además, puede verse sobrecargado por litigios que, más que resolver una controversia real, perpetúan el conflicto. Esto genera un desgaste institucional y puede retrasar la solución de otros casos urgentes.
El rol de la mediación y los métodos alternativos
Una estrategia clave para evitar el abuso del proceso judicial por causas emocionales es promover la mediación y el diálogo. Los centros de mediación ofrecen espacios donde las partes pueden expresar sus emociones y necesidades, buscar acuerdos y, en muchos casos, transformar el resentimiento en comprensión o al menos en aceptación. Si bien no todas las personas encuentran en la mediación una salida satisfactoria, constituye una herramienta fundamental para canalizar el conflicto fuera de los tribunales.
Implicaciones éticas y sociales
El resentimiento como motor del litigio plantea dilemas éticos. Las y los profesionales del derecho deben considerar el bienestar integral de sus clientelas y orientarles hacia soluciones factibles y menos destructivas, evitando fomentar expectativas irreales o estrategias meramente punitivas. El código deontológico de la abogacía, en la mayoría de los países, insta a promover la justicia y evitar el abuso del sistema.
Además, en el plano social, la proliferación de litigios motivados por resentimiento puede erosionar la confianza en la justicia y generar una cultura de confrontación, donde el diálogo y la empatía pierden terreno frente a la judicialización de cualquier conflicto.
Ejemplos y casos paradigmáticos
A lo largo del tiempo, existen numerosos ejemplos de litigios en los que el resentimiento ha jugado un papel determinante:
- Vecinas y vecinos que, tras una disputa menor, recurren a demandas reiteradas por ruidos, obras o lindes.
- Quienes tras una ruptura sentimental, utilizan los procedimientos familiares para prolongar el conflicto y ejercer control sobre la otra persona.
- Personas que, tras perder un proceso, interponen recursos infundados, querellas o denuncias sin fundamento como represalia.
Estos casos suelen ser los más difíciles de resolver y pueden alargarse durante años, generando sufrimiento y costos innecesarios.
Recomendaciones para gestionar el resentimiento en el ámbito legal
- Buscar asesoría psicológica para comprender el origen y el impacto del resentimiento.
- Valorar alternativas de solución previa al litigio, como la mediación o el arbitraje.
- Reflexionar sobre las verdaderas expectativas del litigio y el sentido de la reparación buscada.
- Abogadas y abogados deben orientar a sus clientelas de manera ética, evitando fomentar acciones sin fundamento.
- El sistema judicial puede implementar protocolos de detección de litigios abusivos y promover la formación en inteligencia emocional para el personal judicial.
Conclusión
El resentimiento, como toda emoción humana, tiene una función y un sentido. Sin embargo, cuando se convierte en el principal motor de la acción judicial, puede distorsionar el sentido de la justicia y generar dinámicas de confrontación perjudiciales para todas las partes. Litigar desde el resentimiento rara vez conduce a una verdadera reparación y, en muchos casos, perpetúa el dolor y el conflicto. Por ello, resulta esencial fomentar una cultura del diálogo, la empatía y la búsqueda de soluciones integrales, tanto en el ámbito personal como institucional, para que la justicia cumpla su función de resolver, y no perpetuar, los conflictos humanos.
- por Miguel Letelier
- en Septiembre 14, 2025