La importancia de no tener siempre la razón
Siempre quieren tener la última palabra
Desde que somos pequeños recibimos una serie de enseñanzas e informaciones de diferentes ámbitos que van configurando nuestra manera de pensar. Las opiniones de nuestros círculos más cercanos; la familia y los amigos son las que más nos marcan y más influyen en nosotros.
Cuando siempre recibimos opiniones e información en el mismo sentido, nuestras posturas se van haciendo más inflexibles y nos volvemos radicales defendiendo estas posturas y no admitimos otros puntos de vista distintos del nuestro. Este sería el origen del fanatismo político o del integrismo religioso.
La educación suele ser la clave de estos comportamientos, aquellos niños consentidos a los que no se les ha puesto límites y que siempre han conseguido lo que han querido acaban convirtiéndose en personas caprichosas y despóticas que no admiten que les contradigan y que siempre quieren tener la última palabra.
El extremo contrario también puede generar personas de estas características, cuando se recibe una educación demasiado rígida e inflexible, la persona también tenderá a actuar de esta manera ante los demás. Además de estos condicionamientos que podríamos llamar externos, hay también un condicionante interno que es el propio carácter de la persona, hay personas que viviendo en ambientes propicios a desarrollar posturas inflexibles, no lo hacen y por otro lado hay personas que son intolerantes aunque hayan recibido una educación adecuada.
Cómo convivir con personas que creen tener la razón
La convivencia con este tipo de personas no es fácil, ya que no aceptan que se les lleve la contraria y cuando esto sucede intentarán por todos los medios imponer su opinión, si no lo consiguen se encolerizarán y si lo logran, intentarán humillar y restregar su triunfo a su interlocutor .
La complejidad de estas relaciones se refleja en muchos matrimonios . Cuando uno de los cónyuges intenta imponer siempre su manera de ver las cosas puede producir dos reacciones en su pareja; o bien esta acepta la imposición, en cuyo caso vivirá en cierto modo sojuzgada por su pareja o se revelará contra esas imposiciones, lo que provocará reacciones airadas de su pareja y se establecerá un clima de tensión y de constantes discusiones que pueden provocar una ruptura.
En el ámbito laboral también se hace muy difícil esa relación, especialmente cuando es el jefe quien cree tener siempre la razón, lo que puede llevarle a imponer a sus empleados decisiones absurdas y caprichosas y lograr que estos estén a disgusto y que no se consiga un buen ambiente de trabajo, que es imprescindible en toda organización empresarial.